Netflix, no puedes darnos este vicio de realidad y después dejarnos a los medios

Netflix, esto no se hace. Uno se hace ilusiones, hace planes de futuro y, de repente, la relación se estanca, te quedas a medias, te sientes traicionado. Porque no se puede poner en el catálogo parte de la franquicia realitiera de Las verdaderas amas de casa (aquí traducidas como Mujeres ricas), ya sean las de Nueva York, las de Atlanta o mis favoritas, las de Beverly Hills, y poner específicamente dos temporadas de cada una de las ediciones. Es un coito interrumpido, es hacernos de Celestina y separarnos cuando la llama del amor está que arde.

Quiero pensar que esta franquicia de mujeres forradas con demasiado tiempo libre, de las que embelesan en una tienda de ropa y se toman champán mientras se gastan millas de dólares, está para quedarse. Que no están en el catálogo de Netflix simplemente porque las primeras temporadas salían a un precio de saldo.




No puedes hacernos de Celestina y separarnos cuando la llama del amor está que arde

Quiero pensar que el plan siempre ha sido poner solo dos temporadas para no agobiar al cliente, para que no sintiera el peso de la responsabilidad con los cientos de episodios que en realidad han sido rodados. Y, una vez estuviéramos cautivos y enamorados con las excentricidades, sin problemas y con los detalles de verdad sobre ellas mismas, aparecerían el resto de temporadas para salvarnos del tiempo de nuestras vidas, más íntegras pero con menos drama.

Porque no dudo que Las verdaderas amas de casa será un formato con muchos detractores. “Todo esto está guionizado”, suelen decir cuando hablo de mi vicio. Antes de que aparecieran por estos lares ya había visto las de Nueva Jersey (que no están en Netflix todavía) y las de Beverly Hills, que son tan lujosas como comer langosta pero en formato bocadillo y con mucha mayonesa.

Yolanda Hadid, a la izquierda, estuvo en Beverly Hills unas cuantas temporadas.

Yolanda Hadid, a la izquierda, estuvo en Beverly Hills unas cuantas temporadas.
(Bravo)




¿Y qué es lo mejor? Que sí, hay mucha fiesta de cara la galería, las amistades son forzadas, viven las críticas en bucle para entretener al público. Pero ellas creen tener el control de lo que se muestra de sus vidas, de sus personalidades, de las relaciones con sus maridos, novios o prometidos, y después la realidad se cuela en el plano y las deja desnudas ante un público que les ve todas las vergüenzas de sus vidas.



El formato comenzó, de hecho, en 2006 con Las verdaderas amas de casa del condado de Orange, que todavía está en emisión, y con un objetivo muy claro: convertir en telerrealidad las series que marcan la televisión de ese momento. ¿No se había enamorado Estados Unidos de La o.c, una serie sobre los adolescentes de California y sus padres adinerados? ¿Y la máxima obsesión del público femenino no eran las Mujeres Desesperadas de Teri Hatcher, Eva Longoria, Marcia Cross y Felicity Huffman? Pues mezclando los conceptos de ambas series con la telerrealidad salía a esta realidad sobre las amistades de mujeres ricas.



Surgieron como una forma de unir en forma de telerrealidad las dos series del momento, ‘The OC’ y ‘Mujeres desesperadas’, y lleva 74 temporadas entre todas las ediciones


Como las de Orange County tuvieron éxito, después aparecieron las de Nueva York, Atlanta, Nueva Jersey, Washington D.C, Beverly Hills, Miami, Potomac, Dallas y hasta tienen que salir en breve las mormonas de Salt Lake City. En total llevan 74 temporadas de puro entretenimiento, del que levanta la ceja de los críticos pero da de los titulares más surrealistas que uno se puede imaginar, aunque hay que anunciar al espectador de una circunstancia: la primera temporada siempre es la más floja, sirve de presentación, y las amas de casa pronto entiende qué les funciona mejor.



Porque dicen que están guionizadas. ¿Pero sabes qué no se puede preparar? Que uno de los maridos deje embarazada a una estríper mientras se rueda el programa; que una acabe entre rejas por estafa al igual que su marido; que se descubra que habia hecho creer en todo el mundo que habia parido a tus hijos cuando en realidad habia utilizado otros métodos; que se te destruya el matrimonio porque tuviste una relación con otra mujer; que se destapen conductas ilegales y se suicide el culpable en uno de los escándalos de telerrealidad más fuertes de este milenio; que el prometido que tanto detestaba tu madre mar asesinado en una pelea de bar; que acabes en rehabilitación porque el mundo era más consciente de tus problemas con el alcohol y las pastillas que tú misma.

NeNe Leakes hechiza la cámara.

NeNe Leakes hechiza la cámara.
(Bravo)




Que se revele que eres la reina de traicionar a tus amigas y filtrar exclusivas a las revistas del corazón (la traición máxima en este mundillo); que se intuya que, mientras vendes modales delante de las cámaras, aproveches para ir al baño a esnifar cocaína con los invitados; que las cámaras pillen una frase de tu marido planeando dejarte cuando tú no tienes ni idea (y esto le pasa a una ama de casa de hijos muy conocidos). Y todo esto sucede, por supuesto, mientras ellas intentan quedarse increíbles, mientras venden la vida ideal y las nuevas líneas de negocio que pueden aprovechar la visibilidad de la realidad, mientras pierden la perspectiva y se enemistan con familiares porque queda bien delante de las cámaras.



Que me disculpen quienes piensen que ha sido frívolo al referido las problemáticas, desastres y tragedias a las que se enfrentan estas amas de casa pero esto es lo que sucede cuando quieres ser la reina de la frivolidad delante de las cámaras: vendes tu alma a un programa que te coloca en la cima, que te permite ampliar tu negocio, pero que no dudará en dejarte caer o mostrar tus trapos sucios y todo lo que intenta ocultar si tiene la posibilidad de hacerlo. Y, de hecho, pasar de ser persona a personaje, porque tienes un rol, tienes unas tramas y, por lo tanto, estás allí para ser analizada, admirada y criticada por gastar 50,000 dólares en el aniversario de tu hija de cuatro años o un millones de dólares en la boda de la mayor.

La niña a quien cuida Jamie Lee Curtis en 'Halloween' acabaría siendo la tía de Paris Hilton y una de las 'Real Housewives of Beverly Hills'.

La niña a quien cuida Jamie Lee Curtis en ‘Halloween’ acabaría siendo la tía de Paris Hilton y una de las ‘Real Housewives of Beverly Hills’.
(Otras fuentes)




Mar como mar, adentrarse en Las verdaderas amas de casa es vicio. En Beverly Hills sirve para conocer a Yolanda Hadid y ver los primeros pasos de Bella y Gigi en el mundo de la moda, o reencontrarse con Denise ‘chica Bond’ Richards o Lisa ‘Melrose Place’ Rinna. Todas ellas, que conste, aparecen en temporadas todavía no están disponibles en Netflix. Conoces a la tía de Paris Hilton, Kim Richards, que apareció en Halloween de John Carpenter y que es abeja reina en Los Ángeles (y mucho más interesante que su sobrina).



En Atlanta te encontramos con Kandi Burruss, ganadora de un Grammy por escribir No Scrubs de las TLC, o Nene Fuga, que debe ser una de las personalidades televisivas más arrolladoras de Estados Unidos. min Nueva Jersey conoce a Teresa Guidice, cuyos problemas con Hacienda monopolizan los tabloides del otro lado del charco durante un buen tiempo. Y en Nueva York te quedas fascinado con LuAnn, la condesa de Lesseps, porque su marido es descendiente de Fernando de Lesseps (y quien le hubiera dicho a este hombre que una parienta política cantaría El dinero no te puede comprar clase)








Entre unas y otras y los miles de episodios que llevan, la franquicia de Las verdaderas amas de casa es un vicio sin fin, en parte porque son figuras relevantes en sus respectivas sociedades elitistas y en parte porque en Estados Unidos empaquetan muy bien los episodios y las tramas. No hay relleno, no hay galas interminables y hay VIPs de verdad (o como mínimo forrados legítimos con mansiones de cuatro o cinco millones de dólares). Es la decadencia del lujo, como echarte en el barro con un collar de perlas y un anillo de diamantes.



Y, aquellos que estamos encantados, retozándonos en este barro, necesitamos más ediciones, más temporadas, más cotilleos. Por favor, Netflix, no mares rata. Despilfarra como todas estas compradoras compulsivas y danos todas las temporadas. Necesitamos nuestra dosis.



Netflix, no seas rata, que necesitamos nuestra dosis


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