Lo que debería tratarse de un tema ya superado por las partes tras 16 cruces en el escenario de esta noche, se convertirá en el infierno número 17 para Sergio Ramos en el Sánchez Pizjuán. El camero llega con un balance de 16 partidos disputados en la que fue su casa entre Copa del Rey, Supercopa de España y Liga, en los que ha ganado cinco veces, empatado una y perdido en 10 ocasiones. Pero el malestar con el que se ve al capitán del Real Madrid en Nervión ha ido en aumento desde el penalti que transformó en la vuelta de los octavos de la Copa del Rey de 2017, tras el que se dirigió a la grada de Gol Norte con las manos en las orejas y recibió todo tipo de insultos.
La afición sevillista tomó aquello como una provocación inaceptable y el asunto aún echa sal a las heridas. Principalmente porque el Sevilla arrastra desde aquel día una propuesta de cierre parcial de su estadio que se ha ido posponiendo en el tiempo a través de recursos varios. El caso es que a finales del mes de julio la Sala de lo Contencioso-Administrativo de la Audiencia Nacional confirmó la sanción, por lo que al Sevilla sólo le queda agarrarse al recurso que fue presentado de inmediato ante el Tribunal Supremo. Si este último recurso no prosperara, el cierre de la grada Norte del estadio sería de obligado cumplimiento.
Hasta la boda del capitán madridista provocó polémica en la ciudad. Las críticas, en esta ocasión, tuvieron la firma tanto de sevillistas como de béticos que no entendían como la Catedral podía prestarse a un espectáculo así e incluso decorarse con elementos de tan escasa religiosidad como los unicornios.
Tampoco ha sentado nada bien que la cuenta oficial de Twitter del Real Madrid recordara ayer los goles de Ramos al Sevilla. Esta noche, el Sánchez Pizjuán vuelve a esperarlo con el cuchillo entre los dientes.
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